‘DEI GENITRIX’, UNA IMAGEN CONTEMPORÁNEA PARA EL VATICANO
Diciembre de 2005
Por primera vez en la Historia, el Vaticano se lanza al mundo del arte contemporáneo eligiendo la obra de un artista actual. El Vatican Information Service (V.I.S.) encarga a Bikondoa la imagen para la edición limitada de su felicitación navideña con la que el Vaticano felicitará la Navidad del 2005.
La felicitación, por Miguel Chavarría (artículo publicado en el Diario Vasco el 26/12/2005)
Hace apenas unos días llegó a mi casa, con remite del Vaticano, una tarjeta navideña de felicitación. Se trataba de la representación de la Virgen con el Niño, una obra claramente moderna en contraste con la vetustez atribuible a una institución milenaria. Con todo, recibir una felicitación no pasa de ser un pequeño acontecimiento no especialmente destacable en esta época de Adviento (…)
Nada raro, hay en recibir una felicitación tal en las fechas en que estamos. Pero, repito, esta no es una felicitación cualquiera. Tiene remite de Roma y procede del Vaticano. Más concretamente de su Servicio de Prensa. Y el Vaticano, aparte otras importantes consideraciones, ha conservado colecciones artísticas que se cuentan entre las más importantes e ilustres de la Tierra. Sus grandes salas, museos y logias, llenas de obras de arte, son verdaderos milagros del buen gusto y de acertados criterio de conservación y patrocinio sostenidos a lo largo de siglos.
La felicitación navideña, en forma de díptico, representa a una Madonna, obra de Alfredo Bikondoa, artista donostiarra al cual no parece interesarle gustar o agradar, sino tocar el corazón. Él mismo ha aclarado lo que considera corazón: “no el afectivo, sino el que es afín al Todo, al Alfa y al Omega, al Núcleo y a la Matriz, al Origen y al Final”
He tenido la suerte de conocer el original, obra muy reciente, y ya en manos de un coleccionista de gran sensibilidad.
La Madonna de Bikondoa es una verdadera obra maestra de gusto clásico por su fuerza, por su sobriedad expresiva y por su ejemplar equilibrio.
Es una obra moderna, por su atrevido planteamiento que, sin dejar el terreno de la pintura, la sitúa en las cercanías del bajorrelieve escultórico.
Es una obra inconfundiblemente de hoy por la amplia y confortable libertad con que el autor hace uso de las técnicas más diversas aplicadas sobre materias disímiles como son la madera, el plomo, las resinas y la arena de mármol.
Es, en fin, una obra de profundidad teológica que muestra, viva y dulcemente, la vinculación entre la maternidad de María y la Redención, presente en esa Cruz, todavía sin crucificado, que se eleva, como un lábaro de Libertad, a la derecha de la figura de la Madre de Dios.
¿Cómo encuadrar esta obra de Bikondoa? ¡Pero si este artista va por libre! Este artista no ha caído, como tantos, en el derrumbadero de los clichés divisorios entre lo abstracto y lo figurativo. Este artista no ha quedado atrapado entre las rígidas alineaciones de ese específico manierismo que nace de las clasificaciones planteadas como dogmas y obedecidas como mandatos.
¿Estamos ante una imagen de culto?¿Estamos ante una imagen de devoción? Estamos ante todo esto, y más, de alguna manera, porque es una imagen de contemplación, de contemplación personal de quien ha querido bucear en el Misterio y ha conseguido expresarlo con eficacia y ternura apoyándose en la segura actitud interior de la persona que, por no haber dilapidado en salvas sin sentido el acerbo de preguntas con que arribó al mundo, sabe abrir las ventanas de su corazón a lo inefable y se responsabiliza de lo que encuentra.
¿Qué puede sugerir una Virgen Madre sin rostro? ¿María sin rostro? No. Mas bien, María sin facciones, para que puedan ofrendar las suyas todas las madres de la Tierra y se logre individuar en cada una el gesto de Esperanza y la entrega del Amor de Dios a los hombres de este mundo que el Padre Eterno, al terminarlo de hacer, diera por bueno, según dice el Génesis.
Anoto al final: la entidad que remite la tarjeta pertenece a una institución milenaria que ha patrocinado y conservado incólume una parte importantísima del más ilustre patrimonio histórico artístico de la humanidad; pero este año – por primera vez en la Historia-, ha sido escogida una obra moderna para completar gráficamente la expresión de sus parabienes con ocasión de la Natividad. Hay, pues mil motivos altos para alegrarse.